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La educación canina es decisiva para conseguir que nuestros perros adopten una conducta adecuada y desarrollen habilidades que potencien su evolución y bienestar. Eso sí, conseguirlo implica seguir una serie de pautas esenciales. ¿Sabes cuáles son las claves para educar a un perro en positivo? Te introducimos en el tema a continuación, pero si quieres adquirir un conocimiento más amplio sobre ello puedes cursar el Máster en Educación Animal y especializarte en este campo relacionado con la salud y el cuidado de los animales domésticos.

¿Qué es la educación canina?

La educación canina, también conocida como adiestramiento en positivo, se traduce a educar a los perros con el objetivo de contribuir a una conducta correcta y, a la vez, a su bienestar físico y emocional.

Es común encontrarnos con perros que tienen comportamientos inadecuados o que muestran dificultades para socializarse. Sin embargo, estos casos en la mayoría de veces se pueden evitar a partir de unas pautas de educación animal adecuadas.

Eso sí, este tipo de educación en los perros deja atrás los métodos que inducen el miedo, el estrés o el malestar en el animal. De hecho, se cambia el castigo por el refuerzo positivo sobre la conducta, buscando en todo momento el bienestar de la mascota.

¿Cuándo empezar a educar un cachorro?

Si te estás preguntando cuándo es el momento idóneo para comenzar a inculcar las bases educativas a nuestras mascotas, debes saber que, por regla general, lo ideal es empezar cuando el cachorro ha cumplido los dos meses y una o dos semanas, ya que antes es fundamental que esté con la madre y su manada, en beneficio de su salud y crecimiento.

5 pautas para un adiestramiento en positivo

Ahora que sabemos que es la educación canina y cuándo iniciarla, toca ponerse manos a la obra. ¿Cómo aplicar la educación canina en positivo? Estas son las pautas para ponerla en práctica con éxito.

1.- Analizar su conducta

Antes de nada, es importante observar las características del animal, así como su actitud, para valorar también malas prácticas que tendremos que reconducir.

2.- Emplear refuerzos positivos

En la educación canina es esencial el uso de premios a modo de refuerzo positivo. De hecho, es casi imposible educar a un cachorro sin ofrecerle un premio de vuelta en forma de comida, ya que siempre suele ser su mejor recompensa. Eso sí, es importante establecer un equilibrio en los alimentos que le ofrecemos como compensación, ya que un exceso puede repercutir en su salud.

Asimismo, otros tipos de recompensa que se pueden emplear son los juegos interactivos (con pelotas u objetos dinámicos que podamos lanzarles) y los elogios verbales y físicos, como por ejemplo las caricias. En este caso, por ejemplo, si el animal no obedece, adoptaríamos un tono más serio con las reprimendas necesarias, pero siempre sin castigos.

3.- Dar reglas básicas y directas

El aprendizaje de los perros se construye mediante reglas sencillas y claras que van asimilando y cumpliendo poco a poco. Por ejemplo, una de estas normas sería indicarle que no se come de la mesa, lo cual podemos hacerle entender no dándole nunca de nuestro plato y guiándole para sepa que debe comer de su cuenco.

4.- Aplicar órdenes de movimiento

Junto a las reglas básicas destacan las órdenes de movimiento para el cachorro, las cuales le indican cuándo sentarse, permanecer quiero o ir hacia su dueño/a. Para facilitar el reconocimiento de los imperativos “siéntate”, “quieto” o “ven aquí”, podemos empezar a instruirle sobre ello con la correa (y con recompensa en mano, por si fuera necesario).

5.- Controlar el ritmo de las sesiones educativas

Educar a un perro es un proceso que conlleva su tiempo y sobre el que tenemos que tener paciencia. Además, respetar los descansos del animal para que no se agobie ni se termine aburriendo en las sesiones educativas, también es fundamental.

Con lo cual, hay que procurar seguir un ritmo progresivo para que el animal se sienta cómodo y se muestre receptivo. Por ello, lo más recomendable es enseñarle durante periodos de unos quince minutos.